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Terapia infantil

Los niños también pueden enfrentar dificultades emocionales que pueden afectar su bienestar y desarrollo. Mi enfoque en la psicología infantil es trabajar con los niños y sus familias para desarrollar habilidades emocionales y sociales y ayudarlos a superar problemas como el estrés, la ansiedad y el comportamiento desafiante.

Mediante el juego conseguimos que el niño exprese y resuelva sus conflictos y hable de sus emociones, ayudándole a superar sus dificultades en el día a día.

«El niño que no es escuchado, deja mucho espacio para el deseo del otro».

- Carl Rogers

En la infancia se forman las bases de la personalidad

Todas las vivencias experimentadas durante la infancia: dificultades, alegrías, tristezas, ausencias y traumas influyen en el resto de nuestra vida adulta.

Cuando se dan estás circunstancias el niño no sabe qué hacer con todo lo que experimenta, una situación que normalmente sobrepasa a los padres.

Para Violet Oaklander «Los niños son nuestros mejores maestros». Ellos saben cómo crecer, cómo desarrollarse, cómo aprender, cómo expandirse y descubrir, cómo sentir, reír, llorar y enfurecerse, qué es correcto para ellos y qué no lo es, qué necesitan.

Ellos ya saben cómo amar, ser alegres, vivir la vida en plenitud, trabajar, ser fuertes y llenos de energía. Todo lo que ellos (y los niños que llevamos dentro) necesitan es el espacio para hacerlo».

Para comprender el comportamiento del niño es necesario verlo en su totalidad, lo que implica relacionarlo con su contexto familiar

Los niños no saben expresar con palabras lo que les pasa, lo vivencian a través del juego. El juego permite al niño la proyección de su personalidad, la expresión y elaboración de sus conflictos.

La terapia puede ayudar al niño/a a aceptar situaciones que le están bloqueando como la separación de los padres, enfermedades, miedos, tristeza…

Al igual que sucede con otras situaciones como las escolares: falta de atención y concentración, dificultades de aprendizaje, bajo rendimiento académico, trastornos de conducta como la agresividad o la pasividad, rabietas…

Además, en el entorno terapéutico tratamos otros síntomas fisiológicos como enuresis, encopresis, miedos y angustias, retraimiento, alteraciones de la piel, dolores de estómago y de cabeza.

Os presento a Oaklander, mi ayudante terapeútico con niños.

Su presencia es un medio para abrir una ventanita al mundo interior de los niños. No juzga, no interpreta, no es una amenaza.

Puede llamarse como ellos decidan, puede tener la edad que quieran. Depositan en él sus secretos, sus miedos, sus frustraciones, sus resentimientos, culpas, ansiedades, alegrías,… En realidad, es una parte de ellos a la que pueden dar voz.

Hay ocasiones en que se traen sus tesoros para compartirlos, si hacen alguna actividad nueva lo quieren cerquita porque sienten que les protege, les da seguridad. Si hacen sus dibujos o cajas de arena les gusta que mire.

Entre Oaklander y yo ayudamos a los niños con muuucho cuidado y mimo a abrir las puertas de su autopercepción, a bajar resistencias, y así mostrar-se. Como dice Loreta Cornejo, «…Para establecer un puente entre sus propios deseos no expresados y su necesidad de hacerlos conscientes».

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